sábado, 25 de abril de 2015

Volando hacia la maternidad consciente

Todo empezó con un correo electrónico de una lista de madres. Un clásico: 
Mi hijo de 13 meses me muerde el pezón al mamar, ¿qué hago?
Ante esta llamada, muchas respuestas de madres (entre ellas la mía) respaldando que había que enseñarle que eso no. Que hay que enfadarse o retirar el pecho para que entienda que nos duele. 

Entre todos los correos llenos de soluciones más clásicas, llegó otra idea, diferente a las demás, ¡casi loca para mi mente de ingeniera! 

Le decía a la mamá que, más allá de cómo gestionar ese mordisco, nada les ocurre a nuestros pequeños que no tenga relación con lo que nos sucede a las madres. Ojo, sin culpas ni auto-reproches, porque todas somos supervivientes.


Aquello símplemente se quedó en mi cabeza y empecé a percibir que a veces estoy agobiada y casualmente mi hija tiene una mala tarde  (esas tardes que están insoportables), o siento una soledad tan intensa que quisiera llorar a solas pero mi hija ese día me demanda más que nunca... 

Como decía, allí quedo aquel correo, y pasaron los días y los meses.

Mucho más tarde me encontré yo misma en una situación parecida. Un mordisco. Y aquel correo vino a mi memoria, rebusqué, lo encontré y escribí a Andrea. Y conocí su proyecto de Consciencia Madre, las reuniones de crianza diferentes a las que conocía, los libros de Laura Gutman, conocí (de pasada, aún no somos muy amigas) a mi niña interior, vislumbré mis límites (que sobrepaso sin darme cuenta),...

Lo más sorprendente fue que a partir de entonces, por casualidad, se me iban apareciendo oportunidades de poner conciencia en ámbitos muy distintos a la crianza.

Y así empezó mi vuelo hacia la maternidad consciente (o más bien hacia la persona consciente). Un camino en el que tratamos de quitar etiquetas, desmontar mitos y remover mis entrañas. 

Y comencé a entender que aquí no hay correctos o incorrectos, ni debate teta vs biberón. Que esto es una cuestión casi física, de vasos comunicantes: si estoy vacía no tengo nada que darte.