viernes, 24 de mayo de 2013

Shhhh... alguien está viniendo al mundo

Esta semana se celebra la Semana Mundial del Parto Respetado 2013.
La imagen que han elegido y el lema "Por favor, no molestar: Estamos de parto" recuerda a aquellos carteles que todos hemos colgado alguna vez en la puerta de nuestra habitación del hotel cuando, agotados, nos vamos a la cama tras una noche de farra. Y generalmente se nos respeta, ningún trabajador del hotel entra a limpiar la habitación por tu bien,o a subirte el desayuno porque necesitas comer. Por supuesto que el parto es un proceso más serio que el descanso tras una noche de juerga, por ello debería ser aún más respetado. Y generalmente las muestras de respeto son silenciosas.

Tuve a mi hija en un hospital IHAN, con protocolo de parto humanizado. Tuvimos walking epidural, balón de pilates, piel con piel y una hora de paciencia por parte del ginecólogo antes de hacerme una episiotomía porque mi hija no salía (¿quizá cambiando la postura?).

Echo la vista atrás y no sé si fue un parto respetado pero sí fue disfrutado a ratos entre risas y a ratos en silencio y penumbra cuando la cosa se empezó a poner dura. Hasta que llegamos al paritorio, con mi hija asomando y escondiendo los pelitos de la cabeza una y otra vez. Las contracciones eran muy intensas, tanto que juro que tenía visiones: imaginaba que con cada contracción tenía que recorrer una calle, y al fondo había una tienda con un cartel rojo (una tienda de chorizos, pensaba yo) a la que tenía que llegar. Empujaba, empujaba y nunca llegaba. Ahora imagíname recorriendo mentalmente la calle de la tienda de chorizos y un ginecólogo que, con cada contracción, apretaba con su mano mi vientre mientras me contaba chistes o me hacía gracietas como -Qué fácil fue meterlo y qué duro sacarlo, ¿eh?-. Sé que lo hacía por quitar hierro al asunto y me consta que con su mejor intención a la vista de lo bien que se portó antes y después. Pero un gesto tan sencillo como mantener un ambiente calmado y relativamente silencioso, como hacían sus compañeros, me hubiera permitido vivir aquella experiencia como me pedía mi cuerpo, dedicada a él.

Sería maravilloso llenar los hospitales de carteles como estos. Shhhh... alguien está viniendo al mundo.

Menstruación en la lactancia

Tres meses me ha dado de tregua la menstruación tras el parto: el mismo día en que mi bebé cumplió los tres meses me encontré con las bragas teñidas de rojo. 

Que haya pillado por sorpresa se debe a que no me ha dado la gana leer las señales: flujo tipoclaradehuevo durante unos días que luego desaparece, ánimo por los suelos de la noche a la mañana, cansancio infinito,... Casualidad o no, más o menos en las mismas fechas el pelo empezó a caérseme a matojos.

Había leído que la lactancia materna a demanda retrasa la aparición de la regla, pues las hormonas que "dan orden" de generar la leche, también inhiben la ovulación. Es un mecanismo natural para evitar un embarazo cuando estamos tan entregadas a un bebé. De hecho existe un método anticonceptivo, el método MELA, basado en estos principios. No confiaba en el método MELA como método anticonceptivo (menos mal!) peroesperaba librarme de la regla durante una temporada. Teta, colecho y porteo a todas horas... En qué momento mi cuerpo ha pensado que mi hija está lista para compartirme con un hermanito? 

Como decía anteriormente, la regla ha llegado con todo su bombazo hormonal (y desplegando artillería pesada). Aún tengo muy vivo el recuerdo de la tristeza postparto y esto no es tan diferente. Pero a la tristeza o melancolía puramente hormonal hay que añadir cierta decepción porque no comprendo a mi cuerpo, no entiendo que para él haya terminado la etapa del embarazo/parto/puerperio cuando yo aún me siento casi recién parida. Incluso me desconciertan los "dolores de regla" porque ahora mismo no los identifico con la menstruación, sino con los loquios del comienzo de la lactancia. 

Y para rematar el asunto, ya conté que hacía años que había dejado de usar compresas y tampones gracias a la copa menstrual, con la que estaba encantada. Pues tras el embarazo y el parto, aunque me la he puesto, noto la vagina muy sensible y no estoy cómoda (al menos no se cae, que era uno de mis miedos). 

En fin, como a todo hay que buscarle su lado bueno, las mamás más veteranas me han dicho que la regla también marca el comienzo de "la vuelta a la normalidad". La que no se consuela es porque no quiere...

miércoles, 22 de mayo de 2013

¿Nos gusta regañar?

Hace ya muchos años que decidimos adoptar un perro en El Refugio. Nuestro perro había dejado atrás su etapa de cachorro hacía ya mucho tiempo y llegó con su particular historia. Ha sido un animal fácil para muchas cosas: es obediente, le gusta aprender a responder nuevas órdenes, nunca se escapa,... pero para otras muchas ha sido complicado.

Sin embargo para nosotros lo más complicado de la vida con perro han sido las regañinas. La primera vino porque mi perro ladró a un niño que se acercó a tocarlo a la velocidad del rayo y gritando. Pero también hubo otra cuando se pasó una tarde ladrando porque la casa de al lado estaba de obras y los obreros no hacían más que entrar y salir (casualmente la reprimenda venía de la misma vecina que hacía las obras). Hace poco paseando por el parque se le soltó el collar y le dejé correr suelto detrás de mí y también me regañaron. Y el día que me pilló una vecina tirándole una pelota a las 7:15 de la mañana en un parque desierto (donde es verdad que pone "PERROS NO"). Supongo que la vecina iba a sacudir sus sábanas y decidió que yo era un buen blanco de tiro de todo su mal humor mañanero, sobre todo si un cartel como ese la respaldaba.

Estoy completamente de acuerdo en que si los que vivimos con animales queremos ser tratados correctamente nuestros animales deben estar educados, además de vacunados. Por la historia que nuestro perro traía consigo estuvimos un año trabajando con él con la ayuda de una entrenadora de EDUCAN. Nos fue de maravilla y fue un dinero muy bien invertido. Pero no por compartir mi vida con mi perro voy a aguantar tonterías.  

Somos muchos los que a veces vamos malhumorados por la vida (podría hablar en tercera persona, pero a mí también me pasa). Las prisas, los madrugones, las "apreturas" en el metro... Y es reconfortante desfogarte con alguien y los dueños de perros somos un blanco muy fácil (aunque recojamos las cacas) porque son muchas las veces en las que un perro pasa "demasiado" cerca de alguien y le molesta, o ladra, o suelta pelos. 

Sin embargo hoy he tenido una experiencia gratificante. Estaba paseando con mi bebé metidita en su mochila cuando mi perro se ha hecho caca y me he agachado a recogerla. Pasaba por allí otra mamá y me lo ha agradecido con estas palabras: "Es increíble que aún yendo con la nena, te agaches a recoger la caca para que no la pisemos. Gracias".

Y entonces, como antes que madre he sido tía (y canguro), he empezado a darle vueltas a todas las veces que he regañado a estos niños por mojarse, gritar, no acudir a la llamada, jugar en la mesa,... Me preguntaba si yo, que tanto protesto de que me regañen personas malhumoradas y estresadas, no he actuado de la misma manera en multitud de ocasiones y ya de paso "me desahogo un poco" (aunque no creo que este pensamiento sea consciente). 

Esta mamá me ha dado una buena lección de lo que significa "educar en positivo".

viernes, 17 de mayo de 2013

Peleas postparto

Cuando mi marido y yo empezamos a vivir juntos hace 7 años había broncas cada dos por tres. Eran peleas de convivencia, que no ponían en riesgo la estabilidad de la pareja, pero sí levantaban mucho dolor de cabeza. La peleona de la casa soy yo, me enfadaba que él es "muy bien mandao", pero yo quería que se le ocurriera poner la lavadora, cambiar las sábanas o pasar la fregona sin que yo se lo pidiera.

Años después la temática de las discusiones cambió y como no nos caracterizamos por nuestra originalidad, pasaron a tratar sobre mi suegrísima. Aquellas peleas sí que podrían haber puesto en riesgo nuestra pareja, pero también las superamos.

Pasada aquello y después de la boda (que también tensó la cuerda), podemos decir que hemos pasado un año y pico con una estabilidad asombrosa: pocos malentendidos, menos peleas, riñas,... Ni las hormonas del embarazo podían con nosotros!

Nació nuestra hija, y aunque las primeras semanas parecía que nos íbamos a librar de los "temblores" que provoca la llegada de un bebé en la relación, poco a poco han vuelto a aparecer algunos reproches entre nosotros. Casi siempre después de un episodio llanto de nuestra bebé. Casi siempre cuando uno de los dos pasa solo con la niña estos episodios. Y por tanto, casi siempre soy yo quien provoca la discusión (porque se pueden contar con los dedos de una mano las veces que me separo de la niña). Me ponen enferma los días que él se va a hacer deporte después del trabajo, llega a casa no antes de las 9 de la noche y no saco tiempo para hacer mis ejercicios de recuperación del suelo pélvico (¡me enfado tanto que llego a decirle que con el siguiente parto a la vez que me hagan la episiotomía voy a pedir que le corten la cola y así nos recuperamos juntos!).

Sin embargo ayer fue él quien estalló. Vinieron mis tíos a pasar el fin de semana a casa de mis padres y me acerqué a saludarles. Vivimos a escasos 3 minutos, así que viendo que me entretenía con mis tíos, llamé a mi marido desde allí para preguntarle cómo estaba la niña. Me dijo que bien y seguí un ratito hablando. Una hora y media después volví a casa y me recibió una fiera echándome en cara que me estaba esperando desde hacía media hora, que la niña estaba protestando y sólo se calmaba con paseítos y el chorro del agua, que le dolía la espalda,... Bueno, en resumidas cuentas estaba saturado de protestas del bebé.

Me habían contado que tras en nacimiento de un bebé la pareja atravesaba una crisis. Yo no creo que nosotros estemos pasando por una crisis, estamos conociéndonos en esta nueva faceta y supongo que necesitamos llegar a un nuevo equilibrio, ¡solo espero que llegue pronto!

jueves, 16 de mayo de 2013

Mamá es mamá

Hace dos semanas comentaba con mi madre que no creía que mi bebé de 2 meses me distinguiera demasiado del resto de las personas. Sí, me regaló su primera sonrisa dirigida, pero no notaba grandes diferencias más allá de eso (salvo el tema "tetil", que donde esté su teta, que se quite el resto del mundo).

Hemos pasado unos días en casa de mis suegros y día tras día, para mi sorpresa, ha ido dejando claro que sabe quienes son sus padres. Por la mañana mi hija es toda sonrisas, pero al llegar la tarde comienza a estar cansada y se queja de todo: tengo hambre, tengo sueño, tengo mimo, lo tengo todo,... A veces coge un berrinche tan gordo que no la deja comer ni dormir y ya la hemos liado. Cuando entra en ese bucle, su padre o yo la abrazamos y le cantamos suave al oído. También valdría decirle cosas bonitas, pero no es fácil mantener la calma con un bebé gritando en tu oído y tirándote del pelo, me resulta más sencillo concentrarme en la canción. Hasta ahora pensábamos que se calmaba mejor con nosotros porque nadie como papá y mamá conocen el "truco" de abrazarla y cantar. Creíamos que era una cuestión de que estaba más acostumbrada a nuestros brazos o nuestras nanas. Pero nidecoña.

Estos días ha demostrado que cuando tiene berrinche quiere que papá, o mejor aún, mamá, la calme. Con los abuelos no hace sino gritar más (aunque es verdad que los abuelos tienen aún "poca mano" con bebés). Y no sólo durante el berrinche, después de la tormenta, ayer la tenía tumbada sobre mis piernas, riéndose y tranquila, y fue cogerla su abuela y romper a llorar. Y esto ha ocurrido después de llevar 5 días con ellos.

La verdad es que cuando estamos con mis suegros "echo de menos" a mi bebé. Duerme conmigo y menos mal que tenemos la teta, pero siento que no tenemos tiempo para nosotras (no sé si será que tengo celos, o que les tengo manía, pero no me gusta que su abuela se la lleve de paseo o a dormir la siesta). Así que debo reconocer que estoy encantada con esta mamitis prematura que le ha entrado, aunque me parece peligrosa porque ya hemos empezado a oír los comentarios acerca de si la tengo muy "malcriada".

¿Sabéis a qué edad empiezan a extrañar los niños? ¿No os parece pronto que lo haga a las 12 semanas?