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viernes, 8 de febrero de 2013

Miedo a las ayudas familiares tras el parto

Acabo de colgar el teléfono. Era mi suegra, que está como loca porque nazca su nieta. De hecho lleva estando como loca porque nazca "ya" desde la semana 34,  por mucho que yo le explique que antes de la 37 sería prematura, me manda callar diciendo "¡con ocho meses todos los bebés sobreviven!". Y como yo busco las cien vueltas a la pobre mujer, siempre tengo la sensación de que quiere "desembarazarme" lo antes posible, y no me siento a gusto con tanta obsesión.

Pero durante nuestra conversación, me ha contado mi suegra que para evitar la depresión postparto es importante contar con ayuda. Además ella es una experta, pues la vivió en sus propias carnes. Aunque estoy completamente de acuerdo en que para sobrellevar los cambios la ayuda y el apoyo son estupendos, me hace temblar imaginarme en mi casa a mi madre o a mi suegra, por turnos. Mi madre, por su trabajo diario con embarazadas y mamás recientes, es consciente de que muchas veces los familiares dirigen la ayuda a quedarse con el bebé mientras la nueva mamá cocinas limpia/ baja a la compra/ pasea al perro. No se dan cuenta de que la verdadera ayuda es facilitar a mamá y bebé pasar más tiempo juntos y sean ellos los que cocinen/ limpien/ hagan la compra o paseen al perro. Sólo espero que mi suegra también recuerde esto, y no sé si empezamos bien porque las posibles ayudas que me ha ofrecido han sido cocinar, planchar, poner lavadoras... y quedarse con la niña mientras vamos al cine.

También es cierto que otras mamás me han asegurado que la ayuda es más que necesaria y que, pese a las buenas intenciones, la implicación de otras personas en la vida familiar sigue más o menos igual que en el embarazo:
  • Si durante el embarazo has tenido a determinadas personas tan pendientes que han llegado a resultar pesadas, lo más probable es que esto siga igual tras dar a luz. 
  • Si alguien te ha ayudado en lo que más necesitabas (y no en lo que más ilusión le hacía), por ejemplo lavando la ropa del bebé y planchándola, o bajando al perro los días que has llegado más tarde del trabajo, como es mi caso, probablemente sigas contando con su ayuda desinteresada.
  • Si alguien parecía muy ilusionado pero su implicación ha sido "flojita", no tengas miedo porque de repente no va a sufrir una metamorfosis y seguirá en segundo plano.
Si esto es así, no tengo nada que temer: algunas de mis tías han estado un poquito más pesadas de lo normal, pero tampoco ha pasado de cuatro o cinco tardes durante los nueve meses; mi madre ha estado para lo que verdaderamente he necesitado (lavados y planchados, mudanza,...) y mi suegra no ha hecho un gran acto de presencia.

Y en cualquier caso, no quiero ser negativa antes de tiempo. Prefiero pensar en lo afortunada que soy porque cuento con las dos abuelas y lo deseadísima que es mi niña, no sólo por sus padres, sino por toda la familia.

lunes, 4 de febrero de 2013

"Bajón" al final del embarazo

Hace dos o tres días recibí un correo electrónico de Mamá Ciruela (¡gracias por acordarte de mí!) que me hizo preguntarme ¿qué tal estoy?

Durante el primer trimestre de embarazo no noté grandes cambios ni en mi humor ni en mi ánimo, pero a partir del segundo trimestre del embarazo sentía como si flotara, feliz y llena de energía y de vitalidad (y cuando estaba cansada, ¡a descansar!).

Si a estas (casi) 40 semanas le sumas que no hemos vivido ningún susto, incluso la búsqueda fue intensa pero rápida, puedo decir que he tenido un embarazo "de cine". Sin embargo, en la recta final (sobre la semana 35-36) me derrumbé (os lo contaba aquí), y ahora, a dos semanitas de salir de cuentas estoy recomponiéndome y me encuentro bastante mejor (o más estable),  gracias a que he conseguido entenderme y darme tregua.

Mi tercer trimestre
Hasta el ecuador del tercer trimestre (35 semanas aproximadamente), dormía del tirón por la noche, sí que tenía alguna molestia pero me encontraba feliz por la llegada "no inmediata" de mi bebé y me sentía guapa (o atractiva, o radiante, no sé),... Y eso me hacía encontrarme bien incluso por las mañanas, camino del trabajo y con la legaña pegá. Me recuerdo subiendo escaleras en el metro protegiendo mi barriguita, feliz y ligera.

Sin embargo, durante el último mes de embarazo han aparecido los dolores de espalda (suaves, no quiero exagerar), noches en las que me cuesta conciliar el sueño, los ardores de estómago, el abrir el ojo a las 4,30 de la mañana, cansancio, muchísimo cansancio, algo de agobio con la preparación de la casa,...
Además la llegada de mi bebé ya es inmediata y me siento en deuda con ella y conmigo misma por no sacar tiempo para pasear, para el masaje perineal, para dedicarme a sus cosas... En fin, noto que estoy descuidando los cuidados 3 en 1 de los que nos hablaba Mamá sin Complejos.

Esto repercute en que a ratos me pongo refunfuñona, triste y me pesa mucho el trabajo, hasta cogerle algo de manía. He llegado a buscar en google "depresión pre-parto", pero no he encontrado nada que cuadre con lo que yo siento. Además, el hecho de verme tan hinchada tampoco me ayuda a encontrarme mejor conmigo misma, y noto que a mi estado de ánimo hay que llevarlo en brazos para mantenerlo arriba.

Por primera vez en mi vida, siento que necesito parar de trabajar. Quiero centrarme en la llegada de nuestra hija y en mí. Quiero recibirla como merece. Quiero una madre vital para ella (joder, 30 años siéndolo y ahora me caigo), así que con algo de sentimiento de culpa y unos cuantos nervios, me voy al médico de cabecera a suplicar mi baja laboral en la semana 38, y espero que no me proponga cogerme el permiso de maternidad...

jueves, 24 de enero de 2013

Lágrimas de madrugada

Son las 6.00 de la mañana, no es una hora tan rara para estar despierta. No, si no te cuento que ayer salí de trabajar a las 22.00 h y que el ardor de estómago me tiene despierta desde las 4. No, si me callo que tengo una barriga de 36 semanas con un bebe dentro que me recuerda que existe (gracias a Dios!) cada dos por tres.
Y no me puedo quejar de jefes y compañeros, que si supieran que hace días que no descanso igual (pero de verdad, y no cuando se lo comento de pasada tomando café), que me duelen las piernas si no me levanto de mi silla en muchas horas,... Estoy segura de que me comprenderían.
Mi marido esta lejos, a miles de kilómetros, y gracias al cielo estoy en casa de mis padres que me cuidan y me acompañan.
Mientras escribo se me caen las lágrimas, se me caen a chorro. Por eso he empezado a escribir, para descubrir qué me ocurría esta noche, si hace nada hablaba de la maravillosa droga del embarazo que conseguía que nada ni nadie me pudiera sacar de mi estado de satisfacción permanente.
Parece que la droga ha remitido, o me he hecho inmune a ella, o ha sido sustituida por la de la melancolía y autocompasión, o quizá la situación es más extrema de lo que me parece y tengo razones para ello.. Ni lo sé ni sé si me ayudaría mucho saberlo.
Pero si sé cómo me siento: me siento fuera de lugar en el trabajo, porque por mucho que me digan lo "ligera que se me ve" o lo "bien que lo llevo", yo no me siento ni ligera ni bien. Porque entiendo a mi cuerpo, entiendo estos ardores y el insomnio, entiendo que le duela estar sentado, que no duerma del tirón, que "le tire" el nido.. Pero no puedo más que acariciarlo (acariciarte) bajo el teclado del ordenador y pedirle sólo un poquito más.
Porque no hay día en que alguien no me cuente que pidió una baja 4, 6 u 8 semanas antes de dar a luz, y que yo no me sienta idiota y en deuda con mi bebé y conmigo. Pero tampoco hay día en que no me encuentre con la historia de "me di de baja el viernes y el domingo estaba de parto" (o peores), y entonces me vea pusilánime y me exija un poco más.
Insomnio, ardor, punta de trabajo, mi pareja a miles de kilómetros y mañana empieza un fin de semana de lío familiar por doble motivo: un fallecimiento y una separación.
Se me caen las lágrimas y no se porqué...

lunes, 14 de enero de 2013

La trampa de la súper mamá

El sábado pasado bajé a la peluquería porque intuyo que durante las primeras semanas de mi bebé no encontraré el momento de cuidar mis pelos. Mi peluquera me confesó que le preocupaba que "me abandonara, como otras mamás, cuando naciera la peque". Aunque tampoco es que me mate por ir remona (peluquería cada 3 o 4 meses y por las mañanas no paso de hidratante y algo de colorcete para la cara), el comentario me picó un poco el gusanillo de la mamá-molona, y mi imaginación empezó a volar hacia esas famosas recién paridas que salen de la clínica subidas a unos altísimos taconazos...

Y ya me veía con mi brillante y planchada melena al viento reflejando los rayos primaverales de sol (¡mucho me tendría que crecer el pelo para que se dé esta imagen!). ¿Qué hice? Me prometí ser mamá-molona y me puse una cita en el calendario del móvil para dentro de 3 meses: ir a la peluquería.
Claro que no iba a estar yo tan estupenda y mi bebé hecha un adefesio. Menos mal que llegó su abuela paterna al rescate y el día de Nochebuena apareció con una enorme bolsa llena de ropita de bebe recién nacida digna de portada del Hola!: faldones cosidos a mano, jerseicitos, camisas de batista con sus volantes, capotas, y lazos, lazos y más lazos. Tengo que reconocer que la pobre se esta dejando los ojos y todos los hilos del costurero para que su nieta sea la bebé mejor vestida de 2013. Mientras yo iba mirando esos faldones, me dijo "Esto te lo llevas al hospi (3 faldones de piqué), no te olvides, que me ha contado mi amiga Paloma que su nuera no le pone a su nieta lo que le ha comprado ella ni para ir a verla". Mi yo "drogado por el embarazo" no cayó en la cuenta de que esos faldones de piqué, llenos de lazos, ni se lavan en la lavadora, ni se estiran y ya está, así que dije al momento "Claro que sí, faltaría más".
Así que una vez naciera el bebé, tenía dos obligaciones: ser una mamá-molona de bebé-remona.
Pero por si acaso mis promesas no eran suficientes, mi madre me recordó ir dentro de poco "necesitaría unas cortinas y un cabecero en mi dormitorio, pues me tocaban muchas horas de habitación". Y que si mejor de este color o del otro... Y mi imaginación seguía volando... Seré una mamá-molona de bebé-remona con casa-glam.
Podría seguir horas y horas hablando de como mi ideal de mamá paso a ser más propio de súper woman que de una sencillita treintañera del montón. A la mamá-molona le añadí muchos adjetivos: divertida (a petición de mis amigas), eficiente y triunfadora laboralmente,...
Pero la droga del embarazo no fue suficiente para mantenerme en la inopia y gracias a Twitter estoy conectada con varias mamás y papás que, contando su día a día, me hicieron caer del guindo, y mi cabeza empezó a cambiar la plancha del pelo por el antiojeras, las idílicas cenas con mis amigas por ratitos de sofá con la familia que seremos dentro de unas semanas, los faldones por peleles lavables en programas de algodón, la búsqueda de cortinas y cabecero por un ratito de leer y pensar en el día del parto...
Y acabé prometiéndome que si el día que sonara esa alarma de "ir a la peluquería" estaba disfrutando de mi nuevo papel de madre, cumpliendo algunas obligaciones o simplemente descansando, la apagaría durante otros tres meses sin el más mínimo sentimiento de culpa.
Y es que intuyo que tras muchos malos momentos que pasaré en un futuro no muy lejano, estarán las exigencias de "súper-mamá".

miércoles, 9 de enero de 2013

Esa droga llamada embarazo...

Si hace 8 meses hubiera tenido que definirme, el adjetivo "nerviosa" hubiera tenido uno de los primeros puestos de la lista (y eso porque un alto concepto de mí misma me impide decir ansiosa). En general, no me cuesta mirar al futuro con optimismo, lo que me cuesta es pararme a disfrutar del momento y de los pequeños retos conseguidos. Me hace feliz llenarme la cabeza de pájaros y proyectos, de ideas para emprender un negocio por nuestra cuenta o para mejorar nuestra vida (ahora ando liada con un excel de recetas que me haga la lista de la compra semanal...), pero tanto plan de futuro me impide parar, mirar a mi alrededor y simplemente disfrutar de lo que estoy viviendo, como si lo verdaderamente bueno "estuviera por llegar".
Pero con el embarazo, esto ha cambiado. Evidentemente el cambio no lo noté durante las primeras semanas, en las que los miedos después del falso positivo me hacían ver señales de manchados y pérdidas de embarazo. Además, embarazada de 9 semanas perdí a mi tía sin esperármelo, hacia la 16 decidimos buscar casa para mudarnos, también me creó preocupación mi posible reacción si mi bebé fuera un chicarrón y no una bebita como deseaba (¡verás qué marimacho me va a salir por desear tanto una niña sin motivo alguno!)...
La barriga "serena"
Pero pasadas las 20 semanas de embarazo, empecé a notar que "todo me resbalaba", cada día un poquito más.
Y motivos para alterar a alguien alterable como yo no me faltaban. Por un lado estaba la mudanza que, aunque era de esperar que fuera una enorme fuente de estrés, sólo me sacó de mis casillas un día en el que toda la familia de mi marido se ofreció a ayudarnos, y allí estaban todos, unos sentados sobre las cajas, otros preguntándome que qué hacían, el perro de los nervios por ver a tanta gente... y yo sólo quería estar sola e ir colocando poquito a poco (lo sé, estáis pensando que soy una bruja y que vaya desagradecida que estoy hecha). Pero pese a ese día, el resto lo hemos hecho con tranquilidad, a nuestro ritmo e incluso disfrutando cada nuevo mueble y cada armario en orden.
Por otro lado, pasada la ecografía de las 20 semanas, cambié mi expediente de hospital. Y entre huelgas y líos varios no me ha vuelto a ver un especialista ni a hacer una ecografía hasta la semana 33, ¡casi 3 meses de embarazo sin que nadie me dijera que "aquello iba bien"!. Pues yo estaba tan pancha, sabía que todo iba bien, notar a la pequeña y jugar a agarrarle sus piernecitas no me dejaba lugar a dudas, (pese a que mi ingeniero favorito insistiera en eso de "si no lo veo, no lo creo").
A esto hay que sumarle el tema del tabaco. Siempre me ha puesto enferma que se fume "a lo chimenea" delante de no fumadores. Os puede parecer una tontería, pero en casa de los padres de mi marido se fuma sin cesar: en el baño, en la mesa, en la cocina, ordenando, limpiando, comiendo... y pensaba que esto unido a mi intolerancia nos causaría más de un problema. Pues curiosamente he tratado de ser comprensiva (aunque me sigue sorprendiendo que la gente fume delante de un bombo de 8 meses) y apartarme sin incordiar al fumador.
Y por último, la familia y amigos con sus preguntas de "¿ya tienes todo?". En la semana 34 aún me faltan un montón de cosas (sábanas para la cuna, el colchón, el saco del cochecito, el grupo 0 para el coche,...), pero me da igual: voy a mi ritmo y no quiero agobios.
En fin, bendita droga llamada embarazo... 

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Revuelto de recuerdos

Mi embarazo sigue avanzando y ya hemos llegado a la semana 32, y no sé si por mi próxima maternidad, desde hace unos días vienen a mi cabeza recuerdos bastante amargos de mi adolescencia relacionados con mi madre.
Me viene a la cabeza uno de sus cumpleaños en que la hicimos un regalo (bastante marujil, para qué negarlo) y se enfadó muchísimo con nosotros, pero creo recordar que en especial conmigo (tendría unos 15 años). También recuerdo malentendidos que surgían entre nosotras y que tenía completamente enterrados, y otras tantas imágenes que no veo sentido revivir.

Cuando mi madre estaba embarazada de mí, murió su madre. Nunca hasta ahora me había dado cuenta de que al propio dolor de perder a tu madre, hay que añadir que la pérdida se produzca en un momento como este que estoy viviendo. Quizá esto puede justificar que mi madre no siempre fuera la persona más feliz del mundo durante mi infancia o tuviera comportamientos que entonces normalizaba y ahora me parecen mucho más que extraños. Cierto es que no creo que fuera fácil convivir conmigo durante mi adolescencia, pero echando la vista atrás me da la sensación de que en algunos momentos no éramos más que dos "desequilibradas".
Por supuesto todo aquello pasó y ahora mantengo una relación de complicidad con mi madre que creo que es bastante buena y saludable (salvo excepciones), por lo que no entiendo qué hacen todos esos fantasmas del pasado aflorando de nuevo.

¿Os pasó/está pasando algo parecido? ¿ Encontráis alguna explicación?

viernes, 7 de diciembre de 2012

La gota de leche (editado)

El martes 4 de diciembre, a un día de cumplir la semana 29 de embarazo, llegué del trabajo y, antes de hacer la cena, me fui a poner el pijama. Como cada día al desvestirme, me miré: miré mi barriga, que cada día me parece más enorme con ese ombligo que lleva dos semanas más fuera que dentro, recorrí con un dedo la línea negra que divide mi barriga en dos, observé mis pezones, más oscuros de lo que nunca hubiera imaginado...  Mis pezones, que  me parece que tuvieran vida propia porque evolucionan a su ritmo y últimamente los noto muy diferentes, a veces duelen, y tienen pequeños relieves. Acerqué un dedo y, como cuando notas una zona en tu piel diferente, apreté con él suavemente y lo deslicé... y entonces apareció: ¡una gota! 

Alucinada, volví a apretar y la gota creció. Una gran gota amarilla en mi pezón derecho. A gritos, llamé a mi marido, por un lado  la necesidad de compartirlo todo con él, pero también porque ese color tan amarillo no era lo que yo esperaba, la verdad. A él le encantó aquello y se fue a por la cámara de fotos a fotografiar "nuestra primera gota". Me encanta que quiera captarlo todo y vivir cada cambio a mi lado y me hace valorar muchísimo a las futuras mamás que se enfrentan a la maternidad en solitario.

A mí la gota me removió. Primero, por el color tan amarillo (amarillo pus), muy lejano de la idílica imagen que tenía en mi cabeza de una gotita blanca saliendo del pezón de una madre. Más tarde descubrí que el calostro puede tener un color anaranjado o amarillo y que se empieza a producir ya durante la primera mitad del embarazo. Para muestra esta foto que he encontrado en la página de facebook Carlos González + Apego, a la izquierda calostro y a la derecha leche materna.

Imagen tomada de aquí 
Debo reconocer que me causó algo de rechazo e incluso le planteé a mi marido si seguía pareciéndole atractiva después de ver aquello y si seguiría queriéndose acostar conmigo (a lo mejor os parece un poco subido de tono este pensamiento para un blog, pero así me sentí), y me juró y me perjuró que estaba orgulloso de mí, de mi cuerpo y que incluso lo sentía algo suyo.

Además, la gota me hizo enfrentarme al calendario "coño, la niña ya está aquí", y es que 75 días para salir de cuentas no son nada. 

Desde ese día han cambiado mis sueños, tengo ganas necesidad de preparar mi casa, me he dado cuenta de que el embarazo pasa y me gustaría ser más consciente, parar el tiempo, disfrutar... Quizá busque alguna clase de yoga prenatal, pero mi horario complica mucho casi todo.

En fin, cuantos grandes cambios puede provocar una pequeña gota -amarilla-.



martes, 27 de noviembre de 2012

Suelo pélvico (I): Fisioterapia

Noviembre, los primeros fríos. 27 semanas de embarazo, un estornudo... ¡aaaaaachús! y una gotita de pis empapa mis nuevas bragotas premamá. Entonces me acuerdo de que ayer no hice los Kegel (¡m*****!). 


EVENTO SEGUIMOS SIENDO LAS MISMAS

Al principio del embarazo ya había oído hablar de Kegel, de bolas chinas (¡no sabéis cuánto! pero esa es otra historia que debe ser contada en otro momento) y del suelo pélvico, pero mi constancia en el tema era mínima. Un día, estando embarazada de 20 semanas me llamaron de una clínica de fisioterapia (Valle 36) para invitarme a un taller de suelo pélvico organizado por Seguimos siendo las mismas, y decidí asistir. 
Regalitos de Seguimos siendo las mismas y Valle 36
En este taller (gratuito) nos recordaron la importancia del periné a lo largo de nuestra vida, nos hablaron de los archi-conocidos y poco practicados ejercicios de Kegel, y desmitificaron la idea de que "todas debemos hacer la misma tabla", cosa que como os contaré más adelante, ya sospechaba. También aprovechamos para preguntarle por el epi-no, por el sexo en el embarazo y en el post-parto, por la rehabilitación del suelo pélvico tras dar a luz,...

En fin, me pareció muy interesante y salí de allí con una bolsa llena de regalos y decidida a practicar los Kegel de manera constante. Día tras día iba en el metro o en el cercanías contando: 1, 2, 3, 4,... 

EMPIEZO A PRACTICAR... 

Me daba la sensación de que algo no estaba haciendo bien: al contraer y soltar varias veces seguidas sentía que la primera vez era capaz, pero que poco a poco "perdía fuelle" y al final me costaba distinguir entre relajación y tensión.

Así que, ni corta ni perezosa, llame a la clínica para preguntar si tenían algún servicio que pudiera ayudarme, y me citaron con una fisio, Elena. Os tengo que confesar que iba un poco nerviosa porque no sabía si la sesión se parecería más a un tacto vaginal o a una clase de pilates... ahora sé que se parece más a lo primero.

CONSULTA CON LA FISIO

Me atendió en una sala preciosa e íntima, que quitaba un poco de hierro a la situación (eso de abrirte de piernas y que te toqueteen preguntándote si sientes esto o lo otro no es la situación más relajante que me pueda imaginar). En primer lugar toqueteo un poco la zona (introduciendo los dedos en la vagina, para ser explícita) para ver el estado de mi musculatura. Me sorprendió que me dijera que tenía contracturas, y me explicó que al igual que el cuello o la espalda, se tensa con el estrés. Por eso, aunque el masaje perineal se suele recomendar hacia la semana 34, en mi caso veía conveniente que empezara a hacerlo hacia la semana 30

Luego pasamos a los Kegel, y entendió perfectamente lo que me ocurría. Pero para que lo entendiera yo, me puso el EPI-NO, una especie de baloncito de rugby hinchable, unido a un manometro que se introduce en la vagina y se hincha un poquito y permite ver la presión que ejerce tu musculatura sobre el balón. 
Empezamos con los Kegel "rápidos", y pude ver con mis propios ojos como el manómetro del EPI-NO (lo que mide "la fuerza que haces") pasaba de 5 (relajación) a 7 (contracción) y relajo... Sólo que en el descanso no terminaba de relajar los músculos y la presión se quedaba más y más alta cada vez, lo que explica que cuando llevo unos cuantos ejercicios hechos, no note la diferencia entre relajación/contracción

Más tarde pasamos a los Kegel "mantenidos", esos que cuentas hasta 4, por ejemplo, contrayendo y luego descansas el doble de tiempo. En estos el EPI-NO me enseñaba como contraía... Llegaba a 7, pero lejos de mantener, la presión empezaba a caer... 

Me fui de allí con las ideas más claras, con una "tabla de ejercicios" adaptada a mí y al estado de mi musculatura, y verdaderamente contenta de haberme atrevido a ir (bueno, ¡y con 60 € menos!). 

MIS CONCLUSIONES

Esa misma tarde había quedado a tomar unas cañas con mis amigas, y compartí la experiencia. ¿Qué encontré? Absoluto desconocimiento de que existiera fisioterapia perineal, sorpresa ante la idea de que me hubiera dejado "toquetear" y un pudor que no deja de ser extraño en una embarazada, a las que los médicos nos tienen más que manoseadas...

Con  una sesión de fisio, no me considero cualificada (¡ni mucho menos!) para hablar de kegel, suelo pélvico y escapes de orina, ni para recomendar una u otra clínica de fisioterapia. Pero si alguna siente que algo no está haciendo bien, o que podría necesitar ayuda, o simplemente le interesa profundizar en el tema, sí que recomendaría buscar este tipo de ayuda.

Y para terminar como he empezado: ayer por la mañana, un estornudo... ¡aaaaaachús! y una gotita de pis empapa mis nuevas bragotas premamá. Entonces me acuerdo de que el día anterior no hice los Kegel (¡m*****!). Como veis, me falta constancia :)

miércoles, 24 de octubre de 2012

Embarazo y vacuna de la gripe

Ayer me vacuné de la gripe por recomendación de mi matrona y sin pensármelo demasiado. No soy muy partidaria de tomar o introducir nada en mi cuerpo con un bebé formándose en mi interior, pero me insistió en que "es más probable que la gripe dé lugar a complicaciones graves en embarazadas que en mujeres que no estén embarazadas", y que en ese caso sí que tendría que tomar medicación, además de suponer un verdadero riesgo para el bebé.


Me imagino que será una situación frecuente en los tiempos que corren...
HECHOS:

  • Tampoco deben vacunarse los bebés de menos de 6 meses (¿y mi feto de 21 semanas de vida sí?)


Sin embargo no me quedé muy tranquila, y hoy estoy estudiándome toda la documentación que hay sobre embarazo y vacuna de la "influenza estacional" (he descubierto que este es su nombre) en Google. 


Tengo la suerte de que en mi trabajo nos vacunan a todos los que lo soliciten, y además el gabinete médico está justo enfrente de la cafetería. Así que, sin pensármelo mucho, allá que me fui en cuanto terminé de desayunar.



Dicen que, pese a estar recomendado por los especialistas, el porcentaje de embarazadas que se vacuna cada año es bajo. 

Yo ya estoy vacunada, entre otros motivos porque igual que todo el mundo opina del sector en el que trabajo con bastante desconocimiento, me imagino que lo mismo ocurrirá con los temas sanitarios, y seré más ignorante de lo que creo.

¿Tenéis pensado vacunaros?


martes, 16 de octubre de 2012

20 semanas de embarazo

Parece mentira, pero 20 semanas son la mitad del embarazo, y ya han pasado.Estas 20 semanas, casi todas llenas de días veraniegos, me han hecho tomar mayor conciencia de lo que significa "estar embarazada" y de lo que puede llegar a implicar "ser madre".

Antes de estar embarazada, pensaba que tomar conciencia de la maternidad era cuestión de días desde que viera el positivo del test de embarazo. Quizá tenía esta sensación por una desagradable experiencia que tuve con un "falso positivo" en un test de embarazo, como podéis leer aquí y me quedé hecha polvo, mucho más jodida de lo que pudiera imaginarme.  Es cierto que una vez ves tu positivo, algo cambia dentro de ti. Sin embargo, la sensación de maternidad de esas primeras semanas no se parece en nada a lo que siento ahora, y puedo imaginarme que estoy a años luz de la madre que seré en febrero. Durante las primeras semanas parecía que todo eran imaginaciones mías, que estaba viviendo un sueño que podría acabar, e incluso me sentía incomprendida por querer cuidar mi alimentación o mi cuerpo.

Ahora la barriga es un hecho, los movimientos del bebé son reales, e incluso a nivel social algo ha cambiado: la gente me trata como a una embarazada (¡salvo en lo que a asientos de metro se refiere!). Además, al principio sentía que "yo estaba embarazada", ahora tengo más conciencia de que esto no es un estado "mío", sino que hay alguien diferente e independiente aquí dentro.

En resumen, en estas 20 semanas:
  • Al principio (entre la semana 4 y la 8) estaba obsesionada con estar manchando. Hasta el punto que un día vi una manchita de sangre en mi ropa interior, y acabamos en urgencias. A día de hoy creo que la culpa fue mía por no lavar bien las braguitas con agua fría y lejía el mes anterior.
  • He tenido algunos días de cansancio durante las semanas 9, 10 y 11. Pero desde la 15 estoy llena de energía. 
  • Me han salido varias "arañitas vasculares" en las piernas.
  • Creo que estoy sufriendo "un síndrome del nido" temprano (o envidia de Mamá Ciruela), porque he tenido la imperiosa necesidad de encontrar una casa un poquito mayor.   
  • He tenido que enfrentarme al cambio de decena en la báscula. He engordado 3 kilos, todos ellos concentrados en las últimas 5 semanas, y esto me asusta, la verdad.
  • En las últimas semanas he notado un aumento enorme de flujo.
  • Me siento bien con mi físico, los kilos han reducido las arruguitas de la cara, y el pelo brilla y abunda como nunca.
  • Gracias a sentir los movimientos desde hace ya algunos días, y a haber pasado por la eco de las 20 semanas, donde volvimos a ver a nuestra hija y nos dijeron que era una niña, hemos ganado conciencia del bebé.
Pese a todo, aún no puedo imaginarme mi vida dentro de otras 20 semanas...

lunes, 8 de octubre de 2012

¿Niño o niña? Desvelando el misterio

Como diría Baballa, perdonad que tire de esamarcaquenomepatrocina para dar la noticia:


Mil gracias a todas: AnnP, Opiniones Incorrrectas, Nuria, Yo misma, Amagicmother; Madi, Mamá Ciruela, Mo, Mi Alter Ego, Dunia,... porque escribí ese post ACOJONADA por todas las críticas que podían caerme ante un deseo tan infantil, y no sólo no me encontré críticas, sino que conseguisteis que pensara que tener preferencias es ¡hasta normal! o al menos no me tachaba de malísima pre-madre. 

¡GRACIAS!

miércoles, 3 de octubre de 2012

¿Niño o niña?

Por fin, por fin mañana tenemos la ecografía de las 20 semanas. Verán cada uno de sus pequeños aparatos y más pequeños órganos, contarán sus deditos (en la eco de las 12 semanas contaron sus extremidades, y ante nuestra sorpresa dijeron con total seriedad "cuatro extremidades: dos brazos y dos piernas"), comprobarán si crece con normalidad...y nos dirán si es niño o niña. En este momento todos los nuevos padres dicen "me da igual lo que venga, sólo me importa que venga bien".

Pues aquí tenéis a una futura madre con la progesterona que se le sale por las orejas, porque estoy llena de optimismo y energía. A esta futura madre que da por hecho que "todo va bien", sólo le interesa que mañana le desvelen el misterio.

Nota: repito que, supongo que por acción de las hormonas del embarazo, estoy en un momento hiper-optimista y la de que no todo vaya bien ni se me pasa por la cabeza.

Vaya por delante que deseo mucho, muchísimo a est@ hij@. por nada del mundo quisiera cambiar a mi feto por el de mis compañeras embarazadas ni por ningún otro. Lo quiero, sea niño o sea niña, pero me preocupa mi reacción si es un niño.


Toda la vida me he visto madre de niñas, de una o de dos, quizá de un chico y una chica... pero alguna niña había en mi imaginación. De hecho, cuando me enteré de que estaba embarazada daba por hecho que era una niña (luego empecé a mentalizarme) e incluso tengo nombres de niña buscados... y no de niño.

En mi opinión, los padres no estamos para recibir hijos maravillosos con preciosos tirabuzones rubios. Creo que elegimos ser padres como un acto de generosidad y de entrega absoluta, asumiendo que el hijo/a no viene a hacernos felices, sino a aprender (de nosotros) a serlo.

Por eso no me esperaba sentir nervios a menos de 24 horas de conocer algo que casi debería ser anecdótico de nuestr@ pequeñ@. Os parecerá (como me lo parece a mí) superficial, pero si os soy sincera, así me siento: algo asustada ante mi posible reacción... y algo decepcionada ante este pensamiento.


martes, 2 de octubre de 2012

Las primeras patadas

Pronto cumpliré las 20 semanas de embarazo y desvelaremos (espero) el misterio de si esperamos un hijo o una hija. Aunque es pronto, ya noto claramente los movimientos del bebé.

Durante la semana 15 tuve la sospecha de que "eso que notaba" podría ser el bebé. "Eso" sólo sucedía de noche, cuando me tumbaba en la cama después de cenar, y era realmente pronto para que una primeriza como yo ya tuviera algún tipo de sensaciones.



Los movimientos que yo creía que podrían ser del bebé continuaron durante la siguiente semana, pero fue el mismo día que cumplí 17 cuando constaté que aquello no eran mis intestinos ni ningún otro órgano... Habíamos estado dando un paseo por Palma de Mallorca, y decidimos cenar en un italiano estupendo. Me tomé un enorme plato de pasta riquísima y cuando terminamos cogimos el coche para volver a Sóller, donde estábamos alojados.

Pues fue al acostarme cuando "aquello" empezó a moverse "independientemente de mí". Y es que fue eso exactamente lo que más me sorprendió, creo que empecé a comprender que, aunque ahora seamos casi uno, somos seres diferentes y yo sólo soy su cuevita donde crecer y desarrollarse, donde estar seguro y donde ir ganando día a día la batalla hacia su individualidad.

Pero dejando los pensamientos filosóficos a un lado, cómo no se movería que le pedí a mi chico que pusiera la mano y notó que sí, que ahí estaba su bebé, pataleando o dándose de cabezazos o haciendo quien sabe qué... pero saludándole por primera vez.



lunes, 17 de septiembre de 2012

Pesadillas del embarazo: ¿Dónde he puesto al bebé?

Esta noche ha sido movidita, hoy es mi primer día en el trabajo tras las vacaciones y me he pasado media noche soñando que era incapaz de abrir el correo electrónico, que miraba cosas delante de mi (nueva) jefa y sólo conseguía abrir facebook y otras mil cosas más.

Pero lo que más me ha impactado, es una "minipesadilla" que he tenido relacionada con el parto:

Me encontraba en una cama del hospital y, entre contracciones no muy fuertes, daba a luz a un bebé del tamaño de una muñeca barriguitas y muy poco formado. El parto había resultado facilísimo, pero con ese bebé tan pequeño, no era raro. 
Yo andaba preocupada por llamar al padre de la criatura (mi marido, menos mal!), al que se me había olvidado avisar. El ginecólogo que me había atendido estaba desaparecido, y yo solita me puse al microbebé al pecho, pero aquello resultaba dificilísimo, dolía y no salía nada. Entonces llegaba mi marido y le enseñaba a su hij@. Más tarde llegaban mis padres que, lógicamente querían conocer a su niet@ y... ¡¡horror, habíamos perdido al bebé entre las sábanas!! Era tan pequeño que no lo encontrábamos por ningún sitio y yo era incapaz de recordar dónde lo había dejado.
"Da  igual", decía mi madre, "podéis tener otros...". 

Vaya nochecita...

jueves, 9 de agosto de 2012

Mi primera ecografía (7+1)

Si hubiera visto este artículo de Crianza Natural en las primerísimas semanas del embarazo, quizá no hubiera tenido tanta prisa en ver por un agujerito que se estaba cociendo en mi interior. Pero confiar ciegamente no es lo mío, y confiar ciegamente en una rayita rosa (ejem, ¿10, 15,...?) menos. Así que en cuanto confirmé que estaba embarazada con la "nobajadadeerregla" me puse a buscar como loca dónde me podían hacer una ecografía antes de la "protocolaria" de la semana 12, y por un precio lo menos desproporcionado posible.
Encontré algunos de sitios, pero en muy pocos me daba la sensación de que me hicieran una ecografía "y listo", sin que persiguieran llevarme el embarazo completo o sin que tuviera que dar muchas explicaciones. Al final, por cercanía y por precio decidí llamar a SERGINE MÉDICA: http://www.serginemedica.es/ginecologia/obstetricia.html

Me dieron cita para el día siguiente y ya por teléfono me informaron de los precios:
  • Ecografía vaginal: 70€
  • Ecografía abdominal: 50€
(creo que no es muy caro para lo que se suele cobrar por una ecografía, pero la verdad es que no tengo mucha idea de cómo anda el mercado...). Me explicaron que, en principio, intentarían ver el embrión con una eco abdominal, pero si no se veía tendrían que recurrir a la vaginal.
Llegamos a las 19.30, algo nerviosos (sobre todo yo) por si resultaba que todo era un sueño, o un embarazo psicológico (¿?), o qué sé yo!!! Y nos encontramos una clínica "poco moderna", pintada de amarillo, con desconchones y llena de carteles en chino. Después de una media hora de espera, pasamos a una pequeña salita donde una ginecóloga y una ayudante me hicieron 3 o 4 preguntas y me pidieron que me tumbara sobre la camilla para hacerme la eco abdominal. Este detalle me gustó, pues con tan poquitas semanas de embarazo me podían haber vendido fácilmente que   era necesario recurrir a una eco vaginal, y obligarme a pagar un poquito más... y sobre todo me gustó que no me "metieran nada por ningún sitio", porque la verdad es que aquello no me inspiraba muchísima confianza. 
Pero pese a todo el rechazo que los carteles en chino y los desconchones en las paredes me causaban, lo cierto es que esa ginecóloga me presentó a mi proyecto de bebé, de niño, de adulto, DE HIJO. Y me dio confianza, me explicó lo bien implantado que estaba y, aunque no pudimos escuchar el latido, nos lo mostró en la pantalla y nos explicó cada sombra que se veía en la ecografía.
Salimos de allí renovados, con capacidad y fuerza para esperar a la semana 12. La verdad es que fueron los 50€ mejor invertidos.


viernes, 3 de agosto de 2012

La prueba de la medalla

Vaya por delante que no soy supersticiosa y que esto me parece "un juego de viejas". Pero me hace gracia que quede por escrito.
Dice la tradición que una medalla de oro puede predecir los hijos que tendrás y su sexo
Para ello, debemos colocar la mano derecha como si estuviéramos sujetando "un palo gordo de una escoba", y otra persona agarra la cadena de la medalla y la sube y la baja tres veces entre tus dedos. Hecho esto, la sube y observamos el movimiento:

  • Si la medalla gira en círculos: tendremos una niña
  • Si la medalla se mueve de delante hacia atrás: tendremos un niño
  • Si la medalla no se mueve: no tendremos más hijos 

Hay que repetirlo las veces que haga falta hasta que al subir la medalla, ésta no se mueva. La pega es que, por lo visto, no te dice el sexo en orden (esto varía según quien te lo cuente).
Pues bien, como os contaba en esta entrada, la semana pasada echamos muchas, muchas horas en el hospital. Y entre unas cosas y otras y con motivo de mi embarazo, me hicieron este juego. Salió lo siguiente:

  1. La medalla giró en círculos: niña
  2. La medalla se movió de delante hacia atrás: niño
  3. La medalla no se movió: sólo tendría dos hijos (yo siempre he dicho tres, pero claro, aún no tengo ninguno!)
Así que según a medalla, voy a tener dos hijos, un chico y una chica. 
Hoy cumplo 11 semanas, así que aún nos quedan casi dos meses para saber si tendremos un bebote o una bebota en nuestros brazos. Para que no haya trampa ni cartón: ¡aquí queda dicho!

Nota curiosa: no se lo quisieron hacer a mi marido porque cuentan que se lo hicieron a una de mis tías, y le salió que tendría 3 hijos, y luego se lo hicieron a su entonces marido, y le salieron 4 hijos... a día de hoy podemos decir que "la profecía" se ha cumplido ;)

miércoles, 1 de agosto de 2012

El ciclo vital

Me había imaginado mil veces cómo le contaría a mi familia (y no me refiero a papá+mamá+hermano, que lo supieron casi tan pronto como yo) que dentro de poco "todos" querría decir "uno más". Pensaba hacer una cena en casa, tener una excusa para reunirnos, o quedar en alguna terraza veraniega,...

Pero de repente, a la semana de ver mi positivo y sin venir  a cuento, tú, que siempre me llamabas Miss Madrid, empezaste a ponerte pachucha. Como si de una carrera se tratara, a los poquitos días ya estabas en la UVI, sedada y llena de tubos, e ibas pasando por todas las infecciones y complicaciones. Tu cuerpo tomaba todos los "caminos B", como nos explicaron los médicos.

Semana a semana yo me llenaba de vida y tú te marchitabas. Mientras, las lágrimas de alegría y tristeza se mezclaban en los ojos de mi padre.

Hacia la semana 9 de mi embarazo nos diste el primer susto: te apagabas. Eso bastó para que todos abandonáramos nuestros planes y nuestras rutinas (trabajos, vacaciones, viajes,...) y nos juntáramos a los pies de tu cama a las horas permitidas por la UVI a soplarte un poquito de vida.

Te susurré al oído que estaba esperando un bebé, y superaste ese jueves. Pero en nuestras caras se quedó el susto, en nuestros sueños se quedó el miedo, y una idea no nos abandonaba "podías irte en cualquier momento". Y en una comida en la que brindábamos por el 80 de ese día (tu nivel de oxígeno), lo solté. De la misma manera en la que siempre me lo había imaginado, con todos juntos alrededor de una mesa, sin prisas, queriéndonos...  Sin duda hay que tener cuidado con lo que se desea, porque podemos llegar a conseguirlo.

Y fue cuestión de días que tu corazón no pudiera más.





domingo, 1 de julio de 2012

Porqué ellos necesitan un Clear Blue

Sábado, 9 de junio de 2012 (perdonad por publicar tan tarde!)

El viernes me dormí, nerviosita perdida por esa ligerísima sombra (mi marido no la veía y yo fingí que tampoco).
Abro los ojos a las 6 de la mañana. Aguanto como puedo en la cama, doy vueltas, me destapo, leo... Miro fijamente a los ojos cerrados de mi marido, a ver si se da por aludido. No funciona. A las 8 ya no puedo más, y le hago salir de la cama. 
Contra todo pronóstico el test de embarazo ultrasensible, a 3 días de la regla vuelve a mostrar una sombra que solo yo percibo (y sólo si la miro bajo la luz del flexo). MIERDA!
Como le conozco, sé que mi ingeniero favorito no se va a creer el positivo hasta que no vea una raya tan coloreada como la bandera del orgullo gay, así que le propongo comprar un test de Clear Blue que muestre aquello de "Embarazada 1-2".
Por la noche, y como particular despedida a nuestra vida de pareja sin preocupaciones (sin que él lo sepa, claro), nos damos un festín de sushi, con vinito incluido (si finjo que no veo nada, tengo que ser consecuente), y le llevo al cine a ver un bodrio de esos que le encantan (Los Vengadores).   

Domingo, 10 de junio de 2012

Ya no me quedan uñas y estoy deseando que él se lo crea tanto como yo. Nos levantamos. Recojo el pis en un vaso de plástico de Brugal (tipo mini) que tiene asignada esa misión. Él abre el Clear Blue.
Estoy histérica. Los test Clear Blue tienen una sensibilidad limitada a varios días de la primera falta.
Me limpio y... zas!!! Toda la orina recogida cae por el suelo de nuestro baño. DESASTRE.
Levanto el vaso rápido: queda un culín. Este caos logra que olvide mi particular obsesión, y mientras me pongo a limpiar, le pido a mi marido que vaya introduciendo el test en las cuatro gotas del vaso (ay, qué falta de vergüenza!).
Nos quedamos los dos atontados mirando el test fijamente. El corazón se me sale por la boca: como ponga "No embarazada" voy a llorar. 
Y de repente: "Embarazada" y segundos más tarde "1-2"
Respiro tranquila... Ahora los dos ¡estamos embarazados!.

jueves, 28 de junio de 2012

Yo sí veo algo: test de embarazo positivo muy claro

Viernes, 8 de Junio de 2012

Vale, mi Súperhombre no es Súperman, pero la esperanza es lo último que se pierde. Estoy a 4-5 días de que me baje la regla y, aunque no nos hayamos querido mucho durante la ovulación, hay alguna oportunidad de que esté embarazada (al menos hace 8 años hubiera estado aterrorizada ante semejante riesgo!).
Me levanto de la cama y muy aplicada recojo la primera orina de la mañana. Introduzco mi test de embarazo hipersensible, y me voy a desayunar con mi chico. Vuelvo a mirarlo: negativo.
El test sigue siendo negativo después de la ducha, antes de ir a trabajar, antes de comer... pero yo lo miro y lo remiro: bajo la luz del sol, con el flexo de la mesa de estudio, le hago una foto... pero la imperceptible rayita rosa se queda en eso: imperceptible.
Después de comer y aprovechando que es viernes me echo una siesta. Más tarde me voy a una terraza con mis amigas. Me duele un poco la tripa y no tengo muchas ganas de helado. Hablamos, preparamos un viaje, me río a carcajadas, pero estoy más atenta a mi cuerpo que a la conversación. 
De nuevo en casa, me repito el test "por si acaso". Estos tests hipersensibles detectan el embarazo muy pronto, pero en caso de ser positivos y estar a unos días de la primera falta, tardan muchísimo en salir.
TEST DE EMBARAZO POSITIVO A 4 DÍAS DE LA FALTA
Así que ahí estamos: el test y yo bajo el flexo, con una orina vespertina y a 4 días de la regla. ¡Olé yo!
Llega mi marido, y como no quiero que piense que estoy como una cabra, le hablo de la tarde de chicas, de nuestro viaje y de la cena que estoy haciendo. Pero acabo confesando: ¿tú ves algo?
Por supuesto, él dice: no.
Pero yo, yo sí veo algo. Muy clarito pero sí que distingo una sombra. Además estoy tan acostumbrada a ver tests negativos que soy experta en sombras, ¡y esa no se mueve!.
Me acuesto pensando en que ese test es positivo...

miércoles, 2 de mayo de 2012

Hurra por mi matrona!!

En mi entorno hay mucho sanitario: cirujanos, una pediatra, varias matronas, y hace poco hemos tenido una nueva incorporación al mundo sanitario: un representante de una empresa de crioconservación de cordón umbilical. Vaya por delante que todos, todos ellos se dejan el alma cuidando de nosotros (y vosotros). Pero juzgad vosotros mismos:

Hace unos día, el representante del banco de conservación, le ha ofrecido a una de las matronas "promocionar" su empresa entre las embarazadas que vayan a su consulta. La matrona en cuestión, que no comulga con estas ideas, le ofrece dejar la información en su consulta para que quien la quiera coger, la tenga disponible. Pero queda claro que ella no lo promocionará en sus clases de preparación para el parto.

El represantante, que la conoce, se lo agradece sinceramente,  la besa para despedirse porque ha quedado, y de repente recuerda -No olvides comentar a las mujeres que cuando llamen, nos digan que vienen de tu parte, porque os pagamos 100 € por servicio contratado-.

Ella, que gracias a Dios no tiene problemas económicos, rechaza esta oferta: "los profesionales de la sanidad pública no podemos aceptar gratificaciones por parte de los laboratorios, y menos aún económicas y en temas tan controvertidos como este". Él se sorprende, lleva 800€ en el bolsillo porque ha quedado con otro profesional que les ha conseguido clientes.

Con esto no quiero demonizar a unos o a otros, sólo hacer público que cuando se mueve dinero, casi todo se corrompe, y más nos vale investigar por nuestra cuenta...

Y por supuesto, ¡¡¡hip, hip hurra por mi matrona!!! Aunque ella siga diciendo que sólo hace lo que tiene que hacer.


P.D. Que conste que si a la matrona le ha dejado sorprendida la "política de captación de clientes" de esta empresa, es porque las demás no funcionan de esta manera. Evidentemente no es la primera que contacta con ella y sí es la primera que le ofrece dinero...